16 oct 2014

El guía gris

Relato participante en la escena 19 del Taller de Literautas.

Condiciones de la escena:
-Patio de colegio como escenario.
-Utilización de la frase: "¿Dónde están los niños?"

EL GUÍA GRIS

Recordaba perfectamente aquel lugar. Había pasado cientos de horas en sus aulas, recorrido decenas de veces sus pasillos, e incluso visitado el despacho del director en alguna ocasión. Sin embargo, aquel no parecía el colegio que Alicia conocía. Tampoco había pasado tanto tiempo. ¿O sí? Ya no estaba segura. Recordaba haber estado allí la semana pasada. ¿Y ayer? No podía recordar qué hizo ayer. Ni siquiera sabía qué día era.

—Pareces confusa, chiquilla —oyó una voz a su espalda. Se giró sobresaltada pero no vio a nadie.
—¿Quién anda ahí?
—Un amigo —contestó la misma voz.
—¿Cómo que un amigo? ¿Dónde estás?
—Tranquilízate, ya te he dicho que soy un amigo. Hace tiempo que no tengo nombre, así que puedes llamarme así si quieres. Y sabes muy bien donde estoy —una fuerza invisible le agarró el hombro, helándole la sangre—, solo que no puedes verme. Ni a mí ni a nadie desde ayer, ¿me equivoco?

No entendía qué estaba pasando. ¿Qué era aquello? ¿Un amigo invisible como en su película favorita? ¿Alguien gastándole una broma? Supuso que en cualquier caso lo más educado era contestar.

—Eso no es cierto, esta misma mañana he visto a mi madre antes de venir a clase.
—¿Seguro? ¿Recuerdas haber venido desde tu casa?
—Claro que… Espera. No, no ahora que lo dices. Ni siquiera recuerdo cómo he llegado aquí.
—No te preocupes, pronto verás todo más claro —la tranquilizó Amigo—. Es normal al principio: los recuerdos vienen y van, y el tiempo pasa de manera confusa.
—¿De qué hablas? ¿A qué día estamos?
—Viernes, 17 de septiembre de 1999. Once menos cinco, para ser exactos.
—Es la hora del recreo, pero...—se detuvo al darse cuenta de lo que eso significaba. Normalmente a esa hora el patio estaba lleno de niños jugando y gritando, pero allí no había nadie—. ¿Dónde están los niños?

Era cierto: no parecía haber nadie en el colegio. A través de la valla tampoco se veía movimiento en la calle. Solo un semáforo controlando un tráfico inexistente.

—Tú sabes qué está pasando, ¿verdad?
—Así es. Puedo mostrártelo si quieres, pero ya te advierto que no va a ser agradable.
—No me importa.
—En ese caso acompáñame —contestó Amigo haciéndose por fin visible y mostrando a Alicia su aterrador aspecto. Ante ella se encontraba encorvada una pálida figura de más de dos metros, con una melena oscura y descontrolada que nacía en una calavera con la mandíbula destrozada y que llegaba hasta las rodillas. Cojeaba arrastrando los pies y balanceando unos finos brazos que acababan en afiladas garras. A pesar de todo, lo más impactante de su aspecto era una total falta de simetría, que se hacía más evidente con lo que parecían los restos de un ala colgando de su hombro derecho.

—No tengas miedo, si quisiera hacerte daño ya lo habría hecho. Solo quiero ayudarte —dijo con suavidad al ver el miedo en los ojos de Alicia, que tras debatirse entre el terror que le inspiraba aquella criatura y la curiosidad, finalmente logró armarse de valor para seguir sus pasos. Cruzaron el campo de fútbol y el porche y se adentraron en el jardín.

—¿Estás preparada?
—Sí —asintió Alicia fingiendo más confianza de la que realmente tenía.
—No es cierto, nadie lo está nunca. Pero no importa. Necesito que me traigas unas rosas, ¿crees que podrás hacerlo?
—Claro.

Se suponía que los alumnos no podían entrar en el jardín, pero lo cierto era que lo único que separaba el patio y el jardín era una barra a la altura de la cintura, por lo que todos los niños se habían colado alguna vez a recuperar un balón o para hacer trampas jugando al escondite. Así que ya sabía perfectamente donde tenía que buscar las rosas. Se encaminó decidida hacia el centro preguntándose qué tendrían que ver las rosas con todo aquello y de pronto se dio cuenta. No podía reconocer las rosas. Todas las flores parecían iguales. ¿Cómo podía no haberse dado cuenta antes? Por eso el colegio se veía diferente aquella mañana.

—¿Por qué veo todo en blanco y negro? —se volvió con la respiración entrecortada.
—Porque aquí no hay más colores.
—¿Aquí?
—En el plano espectral. El mundo de los muertos, si así lo entiendes mejor.
—¿Estoy muerta? —preguntó mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
—Eso me temo. Cuando despertaste hace un rato estaba todo el colegio en el patio guardando un minuto de silencio en tu memoria.

1 comentario:

  1. Hola Compañero de Literauta soy Dianet

    He de decirte que tu relato me ha gustado mucho, lo he leído tanto en el formato de PDF descargado de Literautas como aquí en tu blog y me ha parecido muy buena lectura. Me quede con las ganas de saber más sobre ese mundo de los muertos ;) a mi la lectura fantástica me fascina.
    Perfecto que eligieras El guía gris para la recopilación del tercer volumen del taller.

    Felicitaciones, un saludo!!

    https://unviajeacualquierparte.wordpress.com

    Este es mi blog por si quieres pasarte y comentar.

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